Los mandatarios expresaron su «preocupación» por el incumplimiento por parte de los países centrales «de su compromiso con la financiación del desarrollo equivalente al 0,7% de la renta nacional bruta» y con la «financiación climática de 100.000 millones de dólares al año en recursos nuevos y adicionales para los países en desarrollo».
Líderes de los países amazónicos pidieron este miércoles, al cierre de una cumbre de dos días en la ciudad brasileña de Belém, que los países desarrollados
«cumplan sus obligaciones en materia de financiación climática» de cara a la cumbre del clima COP28 y, en esa línea, el presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, reiteró que las naciones centrales deben «colocar dinero» para preservar la Amazonía.
«Pedimos a los países desarrollados que cumplan sus obligaciones en materia de financiación climática; y a contribuir a la movilización de los 200.000 millones de dólares anuales para 2030 previstos por el Marco Mundial de la Biodiversidad de Kunming-Montreal para la aplicación de los planes de acción y estrategias nacionales en materia de biodiversidad, mediante la aportación de recursos financieros nuevos, adicionales, previsibles y adecuados», señaló este miércoles un comunicado tras el encuentro de los países amazónicos con representantes de otras regiones.
Lula y los demás líderes de los ocho países de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), que comparten territorio de selva, anunciaron este martes una alianza contra la deforestación, aunque sin consensuar metas.
Este miércoles la cumbre incluyó a representantes de la República del Congo, la República Democrática del Congo e Indonesia, países que cuentan con grandes reservas de bosques tropicales, con miras a la conferencia de la ONU sobre el cambio climático (COP28), que se celebrará en noviembre en Dubai, Emiratos Árabes Unidos.
Los mandatarios expresaron este miércoles su «preocupación» por el incumplimiento por parte de esos países centrales «de su compromiso con la financiación del desarrollo equivalente al 0,7% de la renta nacional bruta» y con la «financiación climática de 100.000 millones de dólares al año en recursos nuevos y adicionales para los países en desarrollo».
También invitaron a otros países en desarrollo con bosques tropicales a entablar, «en preparación de la COP28» y «otras conferencias internacionales pertinentes», un diálogo sobre los temas plasmados en el comunicado.
«Vamos a la COP28 con el objetivo de decirle al mundo rico que si quiere preservar efectivamente los bosques, hace falta colocar dinero, no sólo para cuidar de los árboles, sino también de las personas que viven» allí, afirmó Lula en una conferencia de prensa al final del segundo día de la cita, que congregó por primera vez en 14 años a los líderes de las ocho naciones de la OTCA.
«No somos los países Brasil, Colombia, Venezuela… los que precisamos dinero, es la naturaleza que necesita financiamiento», añadió.
Al igual que en otras oportunidades, Lula llamó a no aceptar un «neocolonialismo verde» de parte de países centrales.
«No podemos aceptar un neocolonialismo verde que, con el pretexto de proteger el medio ambiente, impone barreras comerciales y medidas discriminatorias y hace caso omiso de nuestros marcos normativos y políticas nacionales. Lo que necesitamos para dar un salto de calidad es financiación a largo plazo y sin condiciones para proyectos de infraestructuras e industrialización verdes», aseguró, según recogió la Presidencia en su página oficial.
Brasil también invitó a los presidentes de países como Noruega y Alemania, principales donantes del Fondo Amazonía -creado para financiar proyectos ambientales- y Francia – cuyo territorio ultramarino de Guayana comparte una porción de la Amazonia-, aunque estos mandaron representantes ministeriales o de las embajadas.
La COP30, en 2025, se celebrará precisamente en la ciudad de Belém, en el estado de Pará.
En la primera jornada de la cumbre, Lula recibió a los mandatarios de Colombia, Gustavo Petro; de Bolivia, Luis Arce; de Perú, Dina Boluarte; así como el primer ministro de Guyana, Mark Phillips, y la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez.
Ecuador y Surinam fueron representados por sus cancilleres.
Los ocho países signatarios del acuerdo que en 1995 dio nacimiento a la OTCA acordaron en una declaración «establecer la Alianza Amazónica de Combate a la Deforestación», además de reforzar su cooperación contra el crimen organizado en la región y de fomento al desarrollo sustentable.
El objetivo es «evitar que la Amazonia alcance el punto de no retorno», a partir del cual, según los científicos, pasará a emitir más carbono del que absorbe, agravando el cambio climático, dijeron los países en la declaración.
En el Vaticano, el papa Francisco expresó este miércoles en su audiencia general su deseo de «éxito» a la cumbre de Belém, para que «renueve el compromiso de todos» con el cuidado del ambiente, envió «un saludo especial a los presidentes de los países de la región amazónica».
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, cuyo Gobierno se enemistó con el antecesor de Lula, Jair Bolsonaro, por sus políticas de aliento a la explotación de la Amazonia, declaró este martes que era «urgente poner fin a la deforestación» de la selva.
En un mensaje en la red social X (ex Twitter) en coincidencia con el inicio de la cumbre en Brasil, Macron llamó a «proteger las reservas vitales, de carbono y biodiversidad, en interés de los países con bosques, su población y del mundo entero».
La alianza regional se comprometió a trabajar para la consecución de las «metas nacionales» de deforestación de cada país, como la de Brasil, que prevé erradicarla para 2030, según el organismo.
«Nunca fue tan urgente retomar y ampliar nuestra cooperación», dijo Lula, cuyo país alberga el 60% de la Amazonia.
Expertos en medio ambiente lamentaron, sin embargo, que la «Declaración de Belém» trajera pocas medidas concretas.
«No hay metas o plazos para erradicar la deforestación, ni mención al fin de la explotación petrolífera en la región. Sin esas medidas, los países amazónicos no lograrán cambiar la actual relación predatoria con la selva», afirmó Leandro Ramos, director de Programas de la ONG Greenpeace Brasil, citado por la agencia de noticias AFP.
Entre los «principios» acordados por los presidentes para impulsar sus planes de preservación, está «la participación activa» de los pueblos indígenas y la creación de un panel científico, inspirado en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, y un Centro de Cooperación Policial Internacional en la ciudad amazónica de Manaos.
Al momento de los discursos, el presidente colombiano Petro abogó por una erradicación de los combustibles fósiles en la Amazonia.
El debate llega en momentos en que Brasil tiene en la mira una nueva y polémica frontera exploratoria de la estatal Petrobras frente al delta del río Amazonas, y los ecuatorianos deciden en un plebiscito el futuro de la explotación de crudo en una parte de la reserva Yasuní, de donde el país extrae un 12% de su producción.
Entre 1985 y 2021, la selva sudamericana perdió el 17% de su cobertura vegetal, debido a actividades como la ganadería, pero también a la explotación maderera y la minería ilegales, según datos del proyecto de investigación MapBiomas Amazônia.
Télam