A lo largo de la Amazonía peruana, unos 350.000 indígenas luchan por la defensa de uno de los mayores pulmones que le quedan al planeta.

La llegada a la Presidencia de Pedro Castillo, un docente rural quechua que se declara solidario con las demandas de indígenas y afrodescendientes, genera expectativa en los 51 pueblos originarios de la Amazonía de Perú, en medio de las amenazas económicos y ambientales que los acechan.
Sin embargo, para el presidente de la Confederación de Nacionalidades Amazónicas de Perú (Conap), Oseas Barbarán, aún no pueden «evaluar” al Gobierno de izquierda que se instaló hace siete semanas. Todavía no comenzó a fondo el proceso de diálogo prometido, aunque ya funcionan mesas que ellos esperan fortalezcan las conversaciones.
“El Gobierno de Castillo todavía no se ha estabilizado claramente. El país todavía está muy dividido. Vamos a ver qué pasa. Esperemos que tenga la voluntad política» para avanzar en la resolución de los problemas, le dijo Barbarán en una entrevista con Télam.
Unos 350.000 indígenas a lo largo de la Amazonía peruana luchan por la defensa de uno de los mayores pulmones que le quedan al planeta. No les es fácil: la deforestación, el voraz avance de actividades extractivas, la presencia del narcotráfico y la hostilidad se suman a la histórica postergación de las poblaciones originarias.
“Por cosmovisión, no somos depredadores de la naturaleza. Al contrario, la defendemos contra la demanda irracional de maderas y otros productos. Solo utilizamos lo que necesitamos. Por eso, apoyamos a los programas de reforestación, al ecoturismo”, explicó Barbarán, cuya organización aglutina desde hace 32 años a las comunidades de la zona.
La pérdida de bosques
“Hay una explotación de madera irracional de parte de grandes empresas que dicen falsamente que buscan el desarrollo. La tala es indiscriminada. Los bosques desaparecen y está el problema del cambio climático. Y ahora está el narcotráfico, mucho más dañino para la sociedad. No son gente de acá. Son foráneos llegados de otras regiones que incluso amenazan”, agregó el dirigente.
Según la organización Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus iniciales en inglés), en solo 2019 la selva peruana perdió 161.265 hectáreas de bosques, no solo por las actividades extractivas sino por emprendimientos pequeños para agricultura y ganadería. En total, fueron 1,7 millones de hectáreas perdidas en toda la Amazonía.
Para el Ministerio de Ambiente, la velocidad de deforestación en la Amazonía peruana cayó en un 28,7% entre 2020 y 2021, como consecuencia de las restricciones a la movilidad por la pandemia de Covid-19, pero el reto es mantener y profundizar la tendencia.
Fuente Télam